El
vídeo que vimos en clase refleja la realidad que actualmente existe
en nuestra sociedad y nos muestra, con ejemplos claros, que la mayor
parte de las personas viven para consumir y para trabajar; y que
trabajan y trabajan con el fin de poder seguir consumiendo más y
más, de acumular cosas que enseguida se pasan de moda (obsolescencia
percibida) o porque se rompen pronto y hay que comprar otras nuevas
(obsolescencia programada) en vez de poder repararlas, como se hacía
antes, cuando se valoraba el ahorro y el ingenio para crear objetos y
saber arreglarlos. Aunque no queramos aceptarlo, vivimos en una
sociedad consumista que tiene su origen después de la II Guerra
Mundial, que es cuando se plantea el consumo como motor del sistema
económico, ya que la producción de bienes de consumo permitirá el
desarrollo de los países y la publicidad contribuirá a inducir al
consumo, al crear la necesidad de los productos anunciados y al
insistir en que seremos más felices si los consumimos.
Según
un estudio reciente, se ha demostrado que, en la actualidad, somos
menos felices que hace unos 50 años, ya que pasamos la mayor parte
de nuestro tiempo diario trabajando y, el tiempo restante, lo
utilizamos para comprar y adquirir cualquier artículo. Esto
significa que tenemos más cosas, pero cada vez menos tiempo para lo
que realmente nos hace felices: estar con la familia, con los amigos,
tener tiempo libre para realizar nuestros hobbies.
También
nos pone como ejemplo que muchos gobiernos están más pendientes de
las empresas que de las necesidades de los ciudadanos. Antes de las
elecciones, los partidos que quieren llegar al poder, intentan
convencer a los ciudadanos para que estos posteriormente los voten,
prometiéndoles realizar ciertos cambios que beneficiarán su forma
de vida (asfaltar carreteras, mejorar calles, arreglar parques...).
Sin embargo, después de las elecciones se olvidan de todo lo
prometido y actúan en beneficio de las empresas, que realmente son
las tienen mucho poder.
El
vídeo además cuenta cómo, en los últimos treinta años, los
ciudadanos hemos ido consumiendo un tercio de los recursos que
existen en la naturaleza, y que si la sociedad siguiera con este
ritmo de consumo, los recursos naturales desaparecerían dentro de
unos sesenta años. Con esto no solo se acabaría con la naturaleza
del mundo, sino que las personas también correrían riesgos por la
continua sobreexplotación de los recursos, los productos tóxicos
que tienen los alimentos y los que hay en el aire, los contaminantes
que se producen con la extracción de recursos y la producción de
bienes de consumo.
He
podido reflexionar sobre “¿cómo?” surgen los objetos y
artículos que podemos adquirir en las tiendas, para que tengan un
coste excesivamente bajo como los productos que proceden de los
países asiáticos, como por ejemplo China. Pero, ¿por qué estos
productos son tan baratos? La respuesta sería porque las personas
que han fabricado dicho producto cobran un salario muy reducido. En
esos países, son millones las personas que trabajan, sin importar la
edad que tengan, con un salario mínimo, pero durante muchas horas.
Estos trabajadores no tienen ningún contrato fijo ni tampoco
seguridad social, ni prestaciones sociales, por lo que las empresas
no pagan impuestos por el trabajo que realizan. Los gobiernos de esos
países no hacen nada para que sus ciudadanos consigan un mejor
sueldo o tengan la seguridad social que les corresponde. Se trata de
una especie de “esclavitud del siglo XXI”, de una explotación
laboral necesaria para que existan muchos productos de bajo coste en
el mercado y para que otras personas puedan seguir comprándolos,
como es el caso de los adolescentes: en la época en que vivimos,
mucha gente no valora al resto por “no ir o vestir a la moda”,
este es un ejemplo de por qué los adolescentes cambian tanto de
gustos y hace que vayan constantemente de compras, ya que las modas
cambian muy rápido...., para alegría de los establecimientos
frecuentados por los adolescentes.
Es
por todo esto que, deberíamos concienciarnos de que el mundo no
puede seguir con este ritmo de vida y consumo; es necesario poner
límites a la sobreexplotación de recursos naturales y a la
producción de alimentos tóxicos; debemos de inventar nuevos
recursos para dejar de explotar otros; pensar, cuando compramos un
artículo barato, porqué lo que es y todo lo que hay detrás de éste
para que tenga ese coste; debemos de comprar sólo la ropa necesaria
y no cambiarla porque se haya pasado la moda; a la hora de votar a
los políticos, debemos de hacerlo con cabeza porque estos serán los
que gobiernen al pueblo, y no porque digan y prometan que cambiarán
ciertas cosas y que lo harán cuando estén en el poder...
Conociendo
el verdadero proceso de dónde vienen y a dónde van a parar las
cosas (extracción, producción, distribución, consumo, basura), y
con el esfuerzo y el convencimiento de todos, se puede cambiar esta
sociedad consumista (donde sólo eres importante si tienes dinero y
compras mucho) para hacerla más humana y sostenible.
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